Es mejor tener una metodología que no tenerla, pero es mucho mejor tener una metodología efectiva.
Las metodologías efectivas ejercen control sobre los niveles de error durante su aplicación generando con ello, una mejor productividad.
Cuando se instala una metodología efectiva, debe generarse una práctica de aplicación y cuando se demuestra su efectividad, se convierte en la mejor práctica de la organización. De tal forma, las mejores prácticas de la organización se forman con el uso cotidiano y la aplicación de metodologías efectivas.